Hace algunos siglos, cuando la población humana en la Tierra era más pequeña, la humanidad necesitaba menos tierra y consumía mucho menos recursos. Existían abundantes hábitats silvestres para que las mariposas volaran libremente de un lado a otro. Desde entonces, la población humana ha crecido y en consecuencia estos hábitats disminuyen notablemente día tras día.
Como los sitios de reproducción se hacen más pequeños y más aislados, el intercambio de genes se reduce a niveles insignificantes. Las mariposas entonces pierden su capacidad de adaptación y se vuelven dependientes de hábitats muy localizados y especializados. Las poblaciones aisladas de la especie Papilio machaon en Inglaterra, por ejemplo, sólo puede sobrevivir en algunos sitios inundados de Norfolk Fenland, mientras que en la Europa continental, donde los hábitats son más grandes y menos aislados, la especie se reproduce en un área muy amplia y utiliza una amplia gama de tipos de hábitat.
La destrucción del hábitat en todo el mundo se debe casi en su totalidad a la actividad humana. La expansión urbana tiene el mayor impacto, pero la política gubernamental sobre la planificación de la agricultura, la silvicultura y las carreteras también tiene un efecto importante en la distribución y abundancia de las mariposas.
La destrucción de las selvas tropicales
Más de 10 000 kilómetros cuadrados (2,6 millones de hectáreas) de selva amazónica son deliberadamente quemados cada año para sembrar soja y palma de aceite. La idea de que el vegetarianismo(a diferencia de los que comen carne) es beneficioso para la vida silvestre es completamente absurda, pues debido a ambas prácticas de consumo, las selvas tropicales que dan vida a miles de millones de animales y plantas están siendo caprichosamente destruidas, incendiadas y reemplazadas con estas plantaciones sin vida y estériles. Es el consumo humano desmedido(carne, vegetal, todo), el culpable.
Además de las enormes áreas de tierra destruidas para dar paso a las plantaciones, grandes extensiones de bosques son devastadas para instalar granjas. Esto normalmente ocurre en una escala más pequeña, ya que se lleva a cabo por las comunidades campesinas y no por las empresas multinacionales. Sin embargo, provoca la pérdida o degradación severa de muchos miles de kilómetros cuadrados de selva cada año. La tierra que una vez servía como hábitat para miles de plantas y criaturas, incluyendo numerosas especies de mariposas, es borrada para dar paso a ranchos ganaderos. La recompensa es de corta duración y los pastos resultantes y pobres en nutrientes son quemados anualmente para promover el crecimiento del pasto nuevo y destruir los parásitos del ganado. Los incendios incontrolados hacen que la tierra quede deforestada, mucho más caliente y seca, en consecuencia la temperatura promedio de toda la región aumenta y la humedad disminuye drásticamente. Esto provoca cambios importantes en la estructura de la vegetación de las zonas de bosque y reduce la biodiversidad, incluso en zonas protegidas.