Las estimaciones de la edad de los primeros fósiles de insectos se remontan a por lo menos 300 millones de años. Se cree que el primer lepidóptero evolucionó a partir de la Trichoptera (moscas caddis) hace aproximadamente 140 o 200 millones de años atrás, coincidiendo con la aparición de las primeras plantas con flores.
¿Dónde y cuándo aparecen por primera vez las mariposas?
Hace mucho tiempo, las masas continentales de la Tierra se dividían en 4 continentes, Laurentia, Báltica, Siberia y Gondwana. Poco a poco fueron uniéndose y cerca de 350 millones de años atrás formaron el supe continente Pangea. Parece probable que las primeras mariposas surgieron en Pangea, que comenzó a dividirse nuevamente hace unos 130 millones de años, hasta quedar formados los continentes actuales. Esto puede explicar en parte por qué todas las familias de mariposas están representadas en más de un continente.
Pocas especies de mariposas se encuentran limitadas en cuanto a distribución en el planeta, por ejemplo, la especie Ithomiini sólo se encuentra en el neotrópico, y la Tellervini sólo en territorio australiano. Parece probable que familias como esta hayan surgido después de la desintegración de Pangea, sin embargo, es importante darse cuenta de que la ruptura fue muy gradual, y es muy posible que todas las subfamilias y géneros hayan existido en el momento en que los nuevos continentes aún estaban parcialmente unidos.
Teoría de la Evolución. Especiación
Las condiciones ambientales cambian a lo largo de un período de tiempo, durante el cual las formas de vidas menos adaptables se extinguen. Otras adquieren, a través del nacimiento de descendencia mutante, nuevas propiedades que las hacen más capaces de sobrevivir. Estos rasgos pueden ser transmitidos genéticamente a las generaciones futuras, como lo demuestran los experimentos de Mendel con la hibridación en el siglo 19.
La mayoría de los teóricos creen que las nuevas especies evolucionan cuando probablemente el hábitat de la especie ancestral sufre cambios importantes. Sólo aquellas mutaciones que son capaces de sobrevivir a estos cambios, pueden transmitir sus genes a las generaciones futuras. La forma ancestral a menudo se extingue, y la nueva forma evoluciona a lo largo de un período de tiempo, llegando a ser muy diferente de su ancestro y considerada como una nueva especie.
La evolución, no obstante, no requiere necesariamente la extinción de las especies ancestrales. Barreras naturales pueden surgir como amplios ríos, desiertos y cordilleras, que aíslan las poblaciones de una especie dada de la otra. Debido al aislamiento de la variación natural que existe en una población, se producirán nuevos rasgos en ambas poblaciones, de ahí que siempre y cuando sus áreas de distribución no se superpongan, estas poblaciones evolucionarán en dos nuevas especies.
La siguiente figura ilustra cómo una cadena montañosa emergente puede dividir una población de mariposas. El ambiente de una población permanece en gran parte sin cambios, pero el resto de la población está sometida a un clima mucho más seco. En esta última población, sólo las mutaciones que son más adecuadas para el nuevo entorno prevalecen y son transmitidas, a través de los genes, a la siguiente generación. Un proceso de selección natural poco a poco dará lugar a la evolución de una nueva especie.
Dos o más subespecies pueden, teóricamente, entrecruzarse y producir descendencia viable. Sin embargo si permanecen aisladas durante varios miles de generaciones, evolucionan lentamente y finalmente llegan a una etapa en la que son tan diferentes que ya no pueden cruzarse. Cuando se alcanza esta etapa, se convierten en “nuevas” especies.